jueves, 25 de septiembre de 2008

HACIA EL SUR


Si bien desorientado, aquí un poco aturdido con el norte envolatado, un aire denso amarra las penas mientras arremolina la nostalgia en la nueva vida, en la nueva desesperanza. Aquí sabiéndome despellejado y desmembrado por mis jueces dueños de ese anhelo colectivo; se que he caído al piso peleándome las rodillas; se que he dado de comer al cemento trozos de mi carne. Nadie cree en mi como ser humano sólo como prodigio útil, quizás fútil. Me deshago en lágrimas y muerdo el polvo. Contamino un par de mentes, los dementes me acompañan y me filman. Toman mi recorrido como un shock de melancolía, un estartazo de celeridad infame, el abandono de lo que era, de lo que fui, de lo que nunca he sido: un artista.

Quizás soy un empacador de sueños como cierto títere, producto de la imaginación, de una histeria colectiva, de una historia donde no soy fruto. Aplasto el presente desde que entierro un perro que no es y con él mi ultimo grito en el silencio; un grito que escuchan gamines, bareteros, desechos y el que rueda mi película pero nunca lo escuchara ella, ni ellos, ni vosotros ni toda la conjugación de seres y de estares.

Todos creerán que me fui porque se me apago esa última estrella, porque decidió extinguirse para mi, aunque todos lo anhelaran dándole un sinnúmero de justificaciones. Entonces los que siempre lo creyeron fueron cobardes y aun mas que quien escribe, por no aceptar el amor pese a todos sus dolores, penas, daños y contradicciones para creerse libres, libertarios como el lobo que no toman en serio volviéndolo una burla a sabiendas de que él hace lo mismo de ustedes.

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