El emperador Romano Augusto, legó una lección histórica para la humanidad cuando alcanzó el máximo poder y logró controlar sus pasiones; jamás se excedió como tirano, nunca sus fantasías estuvieron por encima de su deber civicum. El justo medio que se nos ha perdido tras declararse en nuestros universos la conmoción interior; un estado en el que la Anarquía (en su sentido más peyorativo) hace de las suyas consiente de nuestro concentimiento. Habla por nosotros el cinismo y nos escampamos de la "tempestad que nos lleva al fracaso" nuestra lengua se corrompe de seudosimbolos-emoticones-y se desprecia el deber como un niño su sopa de verduras. Ya esta visto que la grandeza nos tienta al dominio de los demás y de los objetos que los rodean, pero se nos presenta también en la insignificancia el desprecio por los poderosos y al mismo tiempo la tentación de gobernar la mediocridad.
Estas palabras son agrias y llevan un veneno que ha recorrido vastos territorios, los ha trasegado impune a su castigo, como un verdugo, como un justiciero pero más allá como nuestro justo medio: rencor, Kairos. Una herida que cada cual determina en que tiempo, espacio, lugar y sujeto provocar. ¿Qué tanto daño nos hace algo que ha sobrevivido en nuestros genes y que nos es contemporáneo? Yo pienso, como creo lo hace Galtung, en la brecha ancestral y arqueologica del primer hombre que sintió primero la necesidad y luego el placer de lastimar. La única diferencia entre ese y nosotros pueden ser, a lo mejor, el refinamiento que hemos alcanzado para tal fin. ya no es el Mazo por amor sino el Látigo por el desprecio. ya no es la espada sino el Ak47. ya no es el principio sino el fin de esos principios de la civilidad.
Quisiera terminar por formular la culpa de la que soy heredero, el pecado original, el enamoramiento del masoquismo. Nuestras vidas están hechas para transformar esas pasiones o para reproducirlas como un germen natural que controla la densidad del universo de las grandes ideas de la humanidad. ¿somos recipiente para este veneno?